Diablero Segunda Temporada. Tibio arranque, pero vale la pena

Al final de la primera temporada de “Diablero” (Netflix, 2018), Elvis, el padre Ventura, Keta y Nancy salvan a la humanidad del apocalipsis, derrotando al mismísimo demonio en Tlatelolco. El padre Ventura se sacrifica para rescatar el alma de su hija. El último ángel sobre la tierra le devuelve la esperanza a la humanidad. Y Mayakén, el hijo de Keta, poseedor de grandes poderes, vive secuestrado por el siniestro Cardenal Morelo.

Con semejante final, uno esperaba un arranque fantástico para la segunda temporada. Cualquier cosa menos… algo digno de las películas de Capulina: Elvis luchando (y casi perdiendo) con un demonio que se adueñó de Alushe, el pequeño luchador que acompaña a Tinieblas Jr.

Diablero

La intención era mostrar al equipo de diableros en su punto más bajo. Pero más que compasión, esta primera secuencia sólo rompe las promesas del final de la temporada anterior. ¿Qué estamos viendo? ¿La serie mexicana más anticipada en el streaming, o un rehash de capítulos de El Chapulín Colorado?

Hay que armarse de paciencia.

Esta temporada de Diablero tarda un buen rato en calentar motores. Primero tenemos que soportar a Nancy buscando la normalidad en un “date” con un nerdazo (y aprendiendo a duras penas el uso del lápiz labial), a Keta haciendo débiles alusiones a que quiere buscar a su hijo Mayakén, y a un par de junkies atacadas por el Ahuízotl, un nuevo demonio que al parecer se come vivas a sus presas. Ah, y un nuevo archivillano (Altamirano, interpretado por el sorprendentemente buen actor Hoze Meléndez) mata sin más al malvado Cardenal por razones que se sabrán después.

Diablero

Las cosas apenas se empiezan a poner buenas cuando el padre Ventura los contacta desde el inframundo y los diableros deciden ir por él para volver a salvar a la humanidad (la idea de mostrar al mundo de los muertos como una trajinera de Xochimilco, por cierto, es genial). Pero eso ocurre hasta el final del primer capítulo.

Insisto, hay que armarse de paciencia. Porque una vez calentados los motores, la historia no es nada mala. Lástima que uno tenga que chutarse un arranque tan tibio.

Fotos: Netflix

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