Kirk Douglas fue, sin duda, uno de los mayores íconos de Hollywood.
Sin embargo, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas se negaba a darle el reconocimiento como mejor actor: tres veces fue nominado, y tres veces perdió. Fue hasta 1996 que recibió la estatuilla en título honorífico.
“Veo a mis cuatro hijos. Están orgullosos del viejo”, dijo desde el escenario del Dorothy Chandler Pavilion de Los Ángeles. Unas filas más abajo, Michael Douglas, su hijo, no dejaba de aplaudir. El reconocimiento por fin llegaba, tras “50 años de fuerza creativa y moral en la comunidad cinematográfica”.
Para Issur Danielovitch Demsky, nombre real de Douglas, obtener el Oscar significaba alcanzar un sueño con el que cargaba desde la adolescencia, pero que ya había dado por perdido.
A los 13 años, tras recitar un poema en un parque, los aplausos de la gente lo convencieron de dedicar su vida a la actuación. Como premio, su padre lo llevó por un helado. “Nunca lo olvidaré”, aseguró en una entrevista con The Hollywood Reporter previa a su cumpleaños número 95.
Para el fin de su carrera, Douglas había conseguido trabajar con varios de los directores más admirados del cine, entre ellos Stanley Kubrick y Vincent Minnelli.
Además, logró conseguir el rol principal de la célebre película Espartaco (1960), y hasta interpretó a Vincent van Gogh. El actor había trabajado en más de 85 películas, pero simplemente no lograba hacerse del premio de la Academia.
Diana, su primera mujer, le tenía que recordar que ya era una estrella; parecía que no lo era, juzgando por el ritmo de trabajo que mantuvo por décadas.
Ni un accidente de helicóptero, ni una embolia que le afectó el habla, lo detuvieron. El título honorífico de la Academia se lo llevó tan solo dos semanas después de esto último.
“He ganado muchos premios en mi vida”, admitió Kirk Douglas la noche que recibió el Oscar, pero “estoy particularmente satisfecho por éste”, admitió en su momento de gloria.
Con información de EFE.
