Las caderas no mintieron

Jennifer Lopez y Shakira, abanderadas del espectáculo latino del medio tiempo del Superbowl LIV, le pusieron ritmo a Miami.

Por Emiliano Rubio

Uno tras otro, y a un ritmo frenético, los fuegos artificales anuncian como campanadas de pólvora la cuenta regresiva en el Hard Rock Stadium de Miami. 

Entre 700 y 800 personas se mueven al centro del terreno donde las cosas se pusieron en pausa con un 10-10 entre San Francisco y Kansas City. Van de un lado a otro cargando algo en sus brazos. Grande o pequeño, da lo mismo ya que se trata de un pedazo del show. Uno sin el otro sería el caos. Uno llegando un segundo después del tiempo acordado también sería el caos. Pero una vez más, todo va saliendo bien y los fuegos artificiales les anuncian que es hora de salir de ahí. Que el show va a comenzar.

Primero, oscuridad. Luego, luces y un anuncio. Un breve anuncio opacado por ella. Ella, vestida de rojo. Intensa, alegre y pasional. Muy alegre y dominante, comienza a cantar. El escenario, como casi todos, le queda chico y sigue siendo una anécdota que una colombiana tan pequeña estuviera destinada a llevar la bandera del pop latino por aquí y por allá, como nadie la había llevado y, seguramente, no la llevará. 

Su apuesta por recorrer las venas de Latinoamérica en cada género y en cada canción. Va de la batucada a la bachata. Del bolero a la salsa y hace una parada descomunal en el Reguetón. 

Una pausa que le sirve para mirar a Puerto Rico y al estilo que ha dominado por dos décadas la industria musical y el elegido para cargar esa bandera es Benito Antonio ‘Bad Bunny’, quien suma al repertorio su Callaita y obliga a Shakira a vestirse de Cardi B en la versión que presentan de Like it like that. 

Y sí, ahí está la confirmación: Shakira sabe lo que implica ese lazo con la región. Lo que mueve el reguetón y lo aprovecha para poner a trabajar al límite su hueso coxal y su fémur gracias al sello de la casa, las caderas (Y sí, no podía faltar Hips don’t lie), que dejan en claro que Latinoamérica pisa las diagonales a la hora de poner a bailar con un par de temas como Whatever, Whenever y Chantaje.

Y luego, una pausa más. Del otro lado ella, reina del Bronx, se prepara para su dar versión. Mirada penetrante, como siempre. La acompaña un cuerpo de bailarines digno de videoclip de los 90’s dirigido por Nappytabs (Tabitha y Napoleon D’uomo, encargados de Americas Best Dance Crew) y comandados por la coreógrafa Parri$. 

Es decir, Jennifer pondrá todo en la mesa. Y la mejor manera de empezar es recordando el punto de partida con Jenni from the Block. De ahí en adelante, con Get Right, Waiting for tonight y Love don’t cost, todo es espectacular. Hasta que la boricua apuesta por hacer un guiño al estilo urbano, una vez más: a escena el colombiano J Balvin y el reguetón se lleva otra ficha, una vez más con temas como Mi gente, poniendo la cereza del pastel.

13 minutos y 13 millones de dólares después, las caderas vencieron.

Y vale la pena señalar por qué.

PRIMERO, INDIANA JONES

Desde aquel 15 de enero de 1967 en el que las bandas de marcha GSU Tiger (de la Universidad Grambling de Luisiana) y PoA The Pride of Arizona (de la Universidad de Arizona) se pararon en el campo de Los Ángeles Memorial Colliseum durante el medio tiempo del primer Super Bowl para darle vida al tradicional himno militar Liberty Bell (siendo considerado por Sports Illustrated como “One of the Top 10 Super Bowl Halftime Shows in history”), la NFL no ha parado de realizar una cantidad casi innombrable/casi inexplicable de homenajes temáticos a manera de guía de la mayoría de sus espectáculos de Half Time del Super Bowl y, entre todos ellos, hasta hoy solo había pequeños guiños al pulso latino y su importancia a la hora de hablar a qué ritmos mueven los estadounidenses los pies.

Ejemplo para mostrarlo sobran: el medio tiempo había sido un espacio de tributos a músicos como Louis Amstrong (VI) y Duke Ellington (IX). De homenajes a estilos musicales claves en la historia de su país como al Mardi Grass (IV y XV), a las Big Band (XIV), al Motown (XVI y XXXII), al Rock and Roll (XXIII), al Country (XXVIII) y al Soul (XXXIII). 

También había sido utilizado como un escenario de producciones conceptuales relacionadas a temáticas como su Independencia (X), la ciudad de París (XII), los Juegos Olímpicos (XXVI), al atentado terrorista de las Torres Gemelas (XXXVI) y sí, hasta una dedicada a Indiana Jones (XXIX). 

Y también había sido un espacio para los grandes nombres de la historia de la música popular como Michael Jackson (XXVI), Paul McCartney (XXXIX), The Rolling Stone (XL), Prince (XLI), Bruce Springsteen (XLIII) y The Who (XLIV).

Pero desde 1970, cuando la cantante Soprano Marguerite Piazza y los músicos de jazz Al Hirt y Doc Severinsen tomaron el espectáculo del mediotiempo en el Tulane Staidum de Nuevo Orleans, siendo el primer acto de entretenimiento puro de la historia del Super Bowl, solo pocos espacios habían sido otorgados a la cultura musical latina. 

Ahí está la participación de bandas musicales dominicanas en su tributo al Caribe (XIII). Su tributo a la Salsa (XXXIII), perdido entre su tributo al soul y al swing. También las participaciones de Gloria Estefan junto a otros actos en las ediciones XXVI y XXXIII. La participación del músico de jazz cubano Arturo Sandoval (XXIX) y del director de orquesta venezolano Gustavo Dudamel (L)… Y no había nada más que contar. Hasta hoy.

Jennifer Lopez y Shakira, durante su actuación al medio tiempo del Super Bowl
Jennifer Lopez y Shakira, durante su actuación al medio tiempo del Super Bowl.

MIAMI ‘BEIBI’

Los críticos más importantes de la industria musical señalan que aquí se disparan o se caen la venta de sencillos. También señalan como cuatro los momentos claves para entender la importancia de un espectáculo de medio tiempo: el mencionado de 1970, como punto de partida; el de 1991 (XXV) donde New Kids on the block celebró el XVV aniversario abriendo las puertas del Super Bowl al mundo del pop; el de 1993, cuando Michael Jackson marcó un antes y un después en relación al espectáculo y la producción de un show de medio tiempo y , para finalizar, el de 2004 (XXXVIII), con el famoso Nipplegate entre Janet Jackson y Justin Timberlake.

Mientras que los músicos también son muy claros: “Puedes ser visto como siempre habías deseado en un escenario como este y también puedes ser visto como nunca lo habías deseado. Aquí no hay muchos lugares intermedios. Este escenario es un lugar tremendo y uno de los grandes retos para cualquiera”, sentenció Bruce Springsteen tras su participación en la edición XLIII junto a su E Street Band. 

Y es por eso que el capítulo de hoy va directo a la historia de la música latinoamericana y no hay nada que discutir.

En el campo del Hard Rock Stadium se ha presentado a la hora del show de medio tiempo lo mismo un imitador de Elvis Presley (XXIII), que los cantantes Paty Labelle y Tony Bennet (XXIX), XXIIII Gloria Estefan y Stevie Wonder (XXXIII), Prince (XLI) y The Who (XLIV), pero hoy, dos hombres apostaron todo por dejar estos nombres atrás: Jay Z (dueño de la productora Roc Nation que hizo su debut en el Super Bowl y Hamish Hilton (productor encargado desde 2012 de los espectáculos del Super Bowl y el futuro creador de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Tokyo), quienes decidieron darle la plataforma completa a la cultura musical mainstream de Latinoamérica, siendo las mentes creativas detrás de las escenas de hoy.

Detrás de los 13 minutos que pondrán el nombre de la región como el principal proveedor de ritmos en la actualidad. Y sí, las caderas no mienten.

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