Historias olímpicas: El ‘Sargento’ Pedraza, de la plata en México 1968 a sufrir un encuartelamiento de seis meses por no lograr el oro

El 'Sargento' Pedraza levanta los brazos para festejar con el público tras lograr su medalla de plata (Foto: @CONADE).
El 'Sargento' Pedraza levanta los brazos para festejar con el público tras lograr su medalla de plata (Foto: @CONADE).
José participó en los 20 km de caminata, se quedó a tan sólo dos segundos de ser el Campeón, pero se adjudicó un segundo lugar que lo marcó de por vida.

Por Víctor Hugo Severino

Lo de José ‘Sargento’ Pedraza en los Juegos Olímpicos de México 1968 tuvo un final que quedó inmortalizado en la memoria colectiva. Participó en los 20 kilómetros de caminata e hizo rugir el estadio Olímpico cuando ingresó en el tercer lugar. Entonces, impulsado por una estruendosa algarabía, superó al soviético Nikolai Smaga y apretó el paso, prácticamente le pisaba los talones a Vladimir Golubnichi, pero el soviético logró un último sprint para colgarse la medalla de oro.

El ganador hizo un tiempo de 1:33.58, mientras que el mexicano se quedó con 1:34.00, es decir, menos de dos segundos de diferencia, por lo que José se reprochó de inmediato, hizo un berrinche monumental como si haber obtenido la plata no significara nada para él. Esos dos segundos lo marcaron de por vida, fueron de un sabor agridulce, porque es cierto que se llevó la aclamación del público, pero las autoridades gubernamentales y militares lo trataron tan mal que hasta lo encuartelaron.

“Una de las cosas que comentó y que poco se ha mencionado, es que a partir de que logra la medalla de plata es arrestado, encuartelado seis meses como castigo”, aseguró Vladimir Pedraza Becerril, hijo del popular ‘Sargento’ para TVC Deportes. Su padre fue militar de carrera, así que fue encuartelado por órdenes del general Suástegui como castigo por no haber obtenido la medalla de oro. La respuesta oficial fue que Pedraza no había avisado que se ausentaría de sus funciones militares para participar en los Olímpicos.

Fuera de la estruendosa ovación que se llevó del pueblo mexicano, no tuvo mayores reconocimientos del gobierno o de la milicia, tan sólo recibió un Rolex de regalo que vendió en mil pesos. Sin embargo, había dejado una huella indeleble en la memoria colectiva mexicana, los niños de aquel entonces soñaban con emularlo y salieron a las calles a hacer caminata como el ‘Sargento’.

De la mano del entrenador polaco Jerzy Hausleber se convirtió en el primer mexicano que se adjudicaba una medalla olímpica en caminata, su logró impactó en la población, su rostro lleno de amargura al momento de cruzar la meta dejó en claro que no se conformó con lo obtenido y fue el modelo inspirador de las generaciones siguientes como Daniel Bautista (oro en 20 km en Montreal 1976), Ernesto Canto (oro en 20 km en Los Ángeles 1984), Raúl González (plata en 20 km y oro en 50 km en Los Ángeles 1984), Carlos Mercenario (plata en 20 km en Barcelona 1992), Bernardo Segura (bronce en 20 km en Atlanta 1996), Noé Hernández (plata en 20 km en Sídney 2000) y Joel Sánchez (bronce en 50 km en Sídney 2000).

José Pedraza había nacido en la localidad de La Mojonera en Michoacán, provenía de la comunidad purépecha y sabía que su única forma de salir adelante era a través del Ejército, por ello se enlistó en cuanto tuvo oportunidad, especializándose en la caminata pese a no contar con la técnica adecuada, además de que le encantaba el basquetbol. Aún así, ya con la medalla de plata en las manos, no era algo que lo llenara totalmente de orgullo.

“Cuando un chamaco se me acercaba y me preguntaba ‘oiga, ¿y cómo ganó su medalla de plata?’, yo le contestaba: ‘por pendejo mano, porque si me hubiera preparado y entrenado mejor, esa presea pudo haber sido de oro, y yo un campeón olímpico’ y la chamacada se botaba de risa”, reseñaba una vez que estuvo retirado.

Este atleta precursor de la caminata mexicana falleció el 1 de junio de 1998 a los 61 años de edad, víctima de un mal hepático. Tuvo ocho hijos: Laura Elena, José II, Vidal, Sergio, José III, Dionicio, Francisco e Iván, pero lo que más llamó la atención fue que al último lo nombró Vladimir, como el soviético que le arrebató la gloria olímpica que le pudo haber evitado muchas penurias. Quizá para ese entonces, José Pedraza ya había hecho las paces con su pasado.

“Él lo recordaba con mucha nostalgia y con mucho dolor porque se había preparado para la medalla de oro, jamás había pensado en la de plata”, aseguró su hijo Vladimir Pedraza, convencido de que, si a su padre no le hubieran zafado un zapato al inicio de la carrera, habría tenido fuelle al final para arrebatarle el oro a su homónimo. Se quedó a tan sólo dos segundos de haber cambiado su futuro, de mejorar su porvenir, pero aun así es una gloria olímpica para México.

Te puede interesar:

Historias Olímpicas: Felipe ‘Tibio’ Muñoz, el ‘Tritón’ mexicano que ganó el oro en natación

Comparte esta nota